San Pedro Poveda

Celebración 6 de Noviembre

Humanist & Educator
Pedro Poveda

Linares, 1874 – Madrid, 1936) Sacerdote español. Después de realizar sus estudios primarios en su ciudad natal, siguió los de bachillerato en Jaén y en Baeza. Empujado por necesidades económicas se trasladó a Guadix (Granada), donde siguió la carrera eclesiástica hasta ser ordenado sacerdote en 1897. En esta ciudad ejerció sus primeros años de sacerdocio; se encarnó en la dura realidad de los obreros que vivían en cuevas y alquiló una de éstas para instalar su residencia entre los más pobres.

Pronto su acción evangelizadora dio excelentes resultados, pero su obra quedó truncada al trasladarse Pedro Poveda a Covadonga. Allí, entre los años 1906-1911, ahondó en la reflexión y el estudio del proceso de secularización que comenzaba a darse en la sociedad española. Se sentía absorbido por la preocupación de la pedagogía, pues se convenció de que lo más urgente en aquella sociedad era la educación de la base cristiana. Desde el primer momento acariciaba un gran proyecto de aunar todos los esfuerzos educativos desplegados por los católicos en lo que él llamaba «Institución Católica de Enseñanza», como dejó plasmado en cuatro opúsculos de aquella época: Ensayo de proyectos pedagógicos para la fundación de una Institución Católica de Enseñanza, Alrededor de un Proyecto, Diario de una Fundación y Simulacro Pedagógico (Las Academias).

Con el ánimo de poner en marcha este proyecto, se abrieron en 1911 las dos primeras academias: una en Gijón, para varones, y otra en Oviedo para mujeres. Fue precisamente en el campo femenino donde mejor iba a materializarse su idea. Tras la academia femenina Santa Teresa, de Oviedo, vendría al año siguiente la de Linares. En 1913, el padre Poveda se trasladó en calidad de canónigo a Jaén. Por aquellos días se estaba preparando el proyecto gubernamental de dotar a todas las capitales de provincia de una Escuela Normal. Ésta fue la oportunidad que aprovechó don Pedro para promover, en el interior de la Iglesia, la idea de fundar residencias junto a las Normales para acoger a las alumnas y preparar cristianamente a las futuras profesionales de las escuelas.

Fue así como junto a la Normal de Jaén fundó, en 1913, la Academia de Santa Teresa. En la dirección de esta Normal encontraría a la mujer que se convertiría en cofundadora de la Institución: María Josefa Segovia Morón. En 1916 existían ya en el ámbito nacional siete academias, aunque sin ningún vínculo entre sí. Don Pedro creyó llegado el momento de darle un sustento legal y jerárquico a su proyecto de cristianizar la cultura desde los seglares. Esto ocurrió con la aprobación eclesial del obispo de Jaén, Monseñor Plácido Ángel Rey Lemos (16 de julio de 1917), con la cual la Institución Teresiana quedaba constituida de derecho diocesano. En lo eclesiástico se convertía en Pía Unión, y en lo civil aparecía como fundación benéfico-docente, aprobada el 30 de mayo de 1918. La aprobación del papa Pío XI llegó de Roma el 11 de enero de 1924, con el nombre de Pía Unión de Hijas de Santa Teresa.

En 1919, el padre Poveda fue llamado a Madrid para ejercer de capellán real. Este cargo fue providencial, pues la presencia del fundador en Madrid le brindó la oportunidad de realizar un intenso trabajo a nivel universitario no sólo entre las estudiantes, sino también entre las profesoras y profesionales. Instituyó entonces la Liga Femenina de Orientación y Cultura que reunía a mujeres profesionales de serio compromiso cristiano, las cuales, junto con las Cooperadoras de la Institución Teresiana, eran el fermento para la cristianización de ambientes culturales de la sociedad moderna.

El influjo evangelizador de San Pedro Poveda alcanzaba también a organizaciones de maestros y de padres de familia. Por eso, cuando el 18 de julio de 1936 arreció la persecución republicana contra la Iglesia Católica, don Pedro Poveda fue buscado expresamente para ser asesinado diez días después, en la madrugada del día 28. Para esta fecha el número de centros de la Institución Teresiana ascendía a 38, repartidos por España, Italia, Chile, Argentina y Uruguay. Fundador y mártir, fue beatificado el 10 de octubre de 1993 y canonizado una década después (4 de mayo de 2003) por Juan Pablo II.

Entre los escritos de San Pedro Poveda destacan, además de los mencionados, En provecho del alma (1909), Plan de vida (1909), Para los niños (1910), La Voz del Amado (1910), Visita a la Santina (1911), Consejos a las profesoras de las primeras academias (1912), El estudio de la Pedagogía en los seminarios (1916) y Hablemos de las alumnas (1935). Después de su muerte, sus obras fueron recogidas en varios volúmenes: Meditaciones y consideraciones (2 vols., 1944-46) y Cartas (1956). Sus escritos pedagógicos han sido publicados con el título de Itinerario Pedagógico (1964).

Fisonomía humana y espiritual

Toda la obra de San Pedro Poveda muestra rasgos de su fisonomía humana y espiritual, pero además contamos con numerosas autodefiniciones del autor. Por ejemplo ésta, muy repetida en sus escritos: querría ver realizado en mi vida “el fortiter in re, suaviter in modo del aforismo latino es decir, firme en la cosa, suave en el modo (…). Esa firmeza de acero y no de hierro y esa suavidad apacible me encantan”.

Sus colaboradoras y colaboradores hablan lógicamente con admiración de su figura. En sus textos encontramos una nota común: la atracción de la personalidad de San Pedro Poveda no se debía a su cultura, a su palabra, a su bondad, sino al conjunto equilibrado de cualidades que revelaban “un algo”, una fuerza interna “que mandaba en él”, a pesar del trabajo agobiante, la poca salud, la falta de dinero y las preocupaciones que parecían absorber todas sus energías.

Desde el punto de vista espiritual no es posible entender su fisonomía sin comenzar por el principio, por su vida de niño, por su temprana vocación sacerdotal. San Pedro Poveda vivió en “sacerdote”. Su infancia, y las últimas palabras que pronunció en su vida expresaron su gran verdad: “soy sacerdote de Cristo”.

La niñez de Pedro Poveda constituye el esquema de su vida de hombre maduro: fidelidad total a su sacerdocio, ascetismo sin paliativos, entrega entusiasta a Dios y a su misión, devoción a la Virgen María, espíritu de oración, paciente amor a los hombres, tolerancia con solo un límite, la ley de Dios.

Este subsuelo espiritual, su trato sin aristas y su tolerancia “encajaban” con su gran respeto a la dignidad del otro. Una de sus expresiones increíblemente insólitas en el tiempo “cainita” que le tocó vivir es esta:

“Dejad que sea cada cual según es (…) ¿por qué has de pensar que el prójimo por no ser como tú, no es cual debe ser?”.

A Pedro Poveda hay que situarlo en el orden de los “llamados” que misteriosamente guiados por el Espíritu aparecen como insensatos, según la cita bíblica: soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; un hombre entregado a Dios y a los hombres sin reserva alguna.

Humanista y Pedagogo

El humanismo pedagógico de Poveda -se ha escrito recientemente- arranca y se fundamenta en el humanismo cristiano. “Cuando Pedro Poveda habla del humanismo verdad está diferenciando el humanismo cristiano de los humanismos anclados en ideologías y sistemas de pensamiento -el humanismo krausista, el humanismo libertario, el humanismo marxista…- planteados en abierta y/o beligerante oposición a la convicción fundante de la fe cristiana en el Dios encarnado en Jesucristo”.

Ciertamente la más alta manera de ser hombre tiene en los escritos de Pedro Poveda su “plantilla” –la Encarnación bien entendida-; “plantilla” que a su vez implica una importante derivada, la derivada social. El humanismo pedagógico de Poveda no es excluyente es eminentemente inclusivo, está referido a todos los hombres.

“Yo quiero vidas humanas”“¿prescindir de lo humano? jamás».

Paul Poupard en la conferencia pronunciada en la UNESCO el 21 de mayo de 1974, con ocasión del centenario del nacimiento de Pedro Poveda, se refería al humanismo del autor con unas célebres palabras de Pablo VI: “Humanistas modernos… también nosotros, y más que nadie quizás, rendimos culto al hombre”.

Su actividad educativa en Guadix “dice” de esta convicción. Su presencia y acción en esta zona, humanamente olvidada, fue muy fecunda. Compartió la vida con los habitantes de las cuevas e hizo suyos su precariedad de vida y sus problemas, fundando escuelas, comedores y talleres, y ocupándose no solo de los niños, sino de los hombres y mujeres de aquella zona para ayudarles a ser personas.

Más tarde, desde Covadonga San Pedro Poveda propone un gran plan nacional de renovación educativa -Ensayo de un Proyecto Pedagógico para la fundación de una Institución Católica de Enseñanza- centrado en la promoción del maestro y de la escuela primaria. El plan se sintetiza, según Ángeles Galino en varios objetivos, entre ellos:

– La coordinación nacional de las obras católicas docentes para asegurar una acción razonada e inteligente en torno a los grandes temas educativos que se estaban debatiendo.

– La preparación científica y pedagógica de profesionales para desempeñar la docencia en la enseñanza pública.

(…) “El asunto es muy serio y de su acertada solución depende en gran parte el bien de nuestra patria”.

Cuando Poveda escribe: “hay que tomar en serio la pedagogía” está inmerso en una campaña de creación de proyectos, de instituciones, y de formación de educadores. En especial se dedica a la puesta en marcha de Academias y Centros Pedagógicos, elementos de renovación educativa que se extendieron por España y otros países y que constituyeron el inicio de la Institución Teresiana, Asociación laical integrada por mujeres y hombres comprometidos con la misión de “llevar a la sociedad la buena noticia de la educación y la cultura”, tanto a través de la enseñanza pública como de la privada.

Las Academias supusieron un gran impulso para la incorporación de la mujer al mundo educativo y profesional en los comienzos del siglo XX. Puede afirmarse que la promoción de la mujer fue una pieza clave en los planes de San Pedro Poveda; supo hacerles asumir plenamente la responsabilidad de su realización humana. Sus colaboradoras fueron mujeres activas en la vida social y en los foros de la ciencia, la investigación y la cultura.

Poveda formuló importantes propuestas educativas sobre la Universidad. Era el momento en el que la Generación española del 14 buscaba en la reforma universitaria una nueva regeneración del país. Exigía la modernización de sus planes de estudios, la introducción de nuevos métodos, la libertad de pensamiento y la transformación del educador universitario.

Abrió Residencias Universitarias en Madrid y en todas las provincias que contaban con Universidad y creó Asociaciones para alcanzar un ambiente de estudio, de investigación, de horizontes científicos nuevos. La Asociación de Estudiantes Católicas, promovida por Poveda, tuvo como programa fundante, versus la inflación de “lo laico” que se estaba viviendo, el diálogo fe-cultura:

“En nuestro programa -escribe- después de la fe, mejor dicho con la fe ponemos la ciencia (…) desear la ciencia, buscar la ciencia,
adquirir la ciencia, trabajar por conseguirla y no os canséis nunca, ni digáis jamás no más ciencia”

Aparte sus realizaciones educativas de carácter institucional, el autor dedicó al contacto directo con sus colaboradores y amigos una gran parte de su tiempo. En estos contactos, quienes entraban en el discreto silencio del despacho de Alameda 7, encontraban al hombre que les entregaba no sus ideas o sus consejos, sino su propia persona. Como en el caso de otro educador contemporáneo, Giner de los Ríos, el diálogo fue uno de los grandes fuertes de Poveda.

La summa de su magisterio coloquial salta a sus conferencias, sus artículos periodísticos y su correspondencia -miles de apretados folios, inéditos hasta ahora- que forman verdaderos tratados de pedagogía individualizada.

Los detalles del duro batallar de don Pedro por la educación tuvieron su tiempo y muchas batallas ganadas que no serán posiblemente conocidas, pero lo cierto es que al cabo de unos cuantos años Pedro Poveda humanista y pedagogo vio granar a su alrededor un escogido grupo de maestros, de profesores, de normalistas, de catedráticos de instituto y de universidad comprometidos con sus ideales de renovación educativa, una minoría generosamente entregada a la tarea educadora y orgullosa de ello.

Fuentes: predopoveda.org | biografiasyvidas.com

Imagen: pedropoveda.com

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