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Celebración 28 de enero
Santo Tomás de Aquino nace en el castillo de Roccaseca (Italia) el año 1225. Hijo de los condes de Aquino recibe la primera educación religiosa y científica en la abadía de Montecasino, para pasar después a la universidad de Nápoles. Allí el contacto con fray Juan de San Juliano fue causa de que, a sus dieciséis años, frecuentase la comunidad de los hermanos predicadores, siendo el principio de su vocación a la vida apostólica. A los diecinueve años ingresa en la Orden de Predicadores.
Esta opción juvenil de Sto. Tomás deberá ratificarla más de una vez; primero, frente a su aristocrática familia que, de novicio, le secuestra y le pone en calabozo durante seis meses en el castillo de Roccaseca; y, posteriormente, frente a los maestros de París, que no le permiten la docencia en la universidad por su condición de fraile mendicante.
Tomás de Aquino en París
Por indicación de Fray Juan Teutónico, Maestro de la Orden, termina sus estudios en París y Colonia, bajo la guía de Fray Alberto Magno, quien le convence de la necesidad de profundizar en Aristóteles, el filósofo de la razón, la razón es don de Dios y a él debe ordenarse.
A los treinta y dos años Tomás de Aquino es maestro de la cátedra de teología de París. En Tomás, la Palabra de Dios en la Escritura tiene la primacía sobre las otras ciencias, y hace de la oración la fuente más fecunda de sus investigaciones. Mientras permanece en París, Tomás y los hermanos Predicadores elaboran en comunidad filosofía y teología, para después hacerla presente en la universidad.
Obras teológicas y filosóficas
Escribe muchas obras que destacan por su profundidad, admirando a maestros y estudiantes por la claridad, la distinción, la sutileza y la verdad con que procedía en la explicación de tantas y tan distintas materias, como son de ver en los cuatro grandes libros que escribió sobre el Maestro de las Sentencias.
En estos años dio de sí tales muestras arguyendo, discutiendo y respondiendo que, según el sentir de la universidad, sólo Dios podía dar tanto ingenio, y así era en verdad. Por toda Europa volaba su fama, llevada por los que de todas partes iban a estudiar a la Sorbona y luego regresaban a sus tierras cantando la sabiduría del maestro.
Después de París, impartiría docencia en Roma y en Nápoles. Fueron los tres años y medio que estuvo en París los más productivos de su vida. Es el período más activo y original, en el que sigue predominando el aristotelismo, aunque fusionado con elementos neoplatónicos. Comenzó la segunda sección de la segunda parte de la Suma Teológica, dedicada a cada una de las virtudes y sus correspondientes vicios, y se propuso otra magna tarea, la de comentar toda la obra de Aristóteles.
En 1261 se celebró en Orvieto el capítulo provincial de la Orden de la provincia romana. Era el primero al que santo Tomás asistía como predicador general. En él fue nombrado lector del convento dominico de Orvieto, ciudad en la cual entablará una gran amistad con el papa Urbano IV, quien le hizo varios encargos:
- La preparación de una Glosa continua de los cuatro evangelios, llamada Catena aurea.
- La redacción de un opúsculo titulado Contra los errores de los griegos en el que examina las cuatros grandes cuestiones que habían provocado el cisma entre las iglesias de Oriente y Occidente: la procesión del Espíritu Santo, el primado del Papa, la utilización del pan ázimo y la existencia del purgatorio.
- Y la preparación de la liturgia del Corpus Christi mediante la elaboración de varios himnos eucarísticos.
En 1265, tras cuatro años de magisterio en Orvieto, recibió el encargo de abrir un estudio provincial en Roma. El lugar elegido fue el convento de Santa Sabina, donde había vivido santo Domingo. Como maestro regente en Teología, una de las novedades que introdujo en el colegio de Roma fue la celebración de disputas. Se conservan muchas de ellas como Cuestiones disputadas sobre el mal (1266-67), una respuesta al maniqueísmo cátaro.
Por otro lado, las deficiencias que encontró en las Sentencias de Pedro Lombardo, obra clásica para la enseñanza de teología, le llevaron a pensar en la preparación de una nueva obra que fuera más sistemática. Así, comenzó en estos años de 1265 a 1267 la Suma teológica, su magna obra. Trabajó en ella hasta el final de su vida pero no llegó a terminarla. La obra tiene tres grandes partes, dedicadas, respectivamente, a Dios en sí mismo; Dios como creador de todas las cosas espirituales y materiales, y Dios como fin de todo lo causado.
El 6 de diciembre de 1273, a partir de una visión mística, santo Tomás interrumpe definitivamente su actividad como escritor. Tomás había decidido no volver a coger la pluma ni a dictar, como solía, a su secretario Reinaldo de Piperno. Un silencio misterioso, que ocupó los últimos meses de su vida y que recuerda a aquel otro silencio al que aludían sus compañeros de estudios cuando le apodaron «el buey mudo», mutus bos. La muerte le sobrevino poco después, cuando se dirigía al II Concilio ecuménico de Lyon, convocado por el papa Gregorio X. El 7 de marzo de 1274 moría, en la abadía cisterciense de Fossanova, el que será proclamado doctor de la Iglesia. En 1369 Urbano V ordenó que su cuerpo fuese trasladado al convento dominico de los Jacobinos de Toulouse, primer convento de la orden, fundado por santo Domingo en 1215.
Semblanza Espiritual
Alternó la enseñanza con la predicación. Actuó con eficaces intervenciones ante la curia pontificia en favor de los mendicantes. Destacó por su gran candor de vida y una fiel observancia de la vida conventual.
La misión de la Orden, es decir, el ministerio multiforme de la Palabra de Dios en la pobreza voluntaria, en él se centró en una continua dedicación al trabajo teológico; investigar incansablemente la verdad, contemplarla con amor y entregarla a los demás en escritos y en la predicación directa. Empleó su capacidad totalmente al servicio de la verdad, ansioso de encontrarla, recibiéndola de donde quiera que viniese y participarla a los demás.
Tuvo siempre un comportamiento humilde y cordial. Su obra demuestra la estrecha coherencia entre la razón humana y la divina revelación.
Santo Tomás de Aquino fue devotísimo de Cristo Salvador, especialmente de la cruz y de la eucaristía, que exaltó en sus composiciones litúrgicas para la fiesta del Corpus Christi. Tuvo una ferviente devoción filial a la Madre de Dios, la Virgen María.
Obra y pensamiento de Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás de Aquino fue uno de los autores más prolíficos de la Edad Media y, desde luego, el autor del que más trabajos se conservan. Su ingente obra puede dividirse en cinco clases de escritos: comentarios bíblicos, comentarios filosóficos o teológicos (sobre Aristóteles, Boecio, etc.), cuestiones disputadas, opúsculos sobre temas diversos y las dos sumas, Suma contra los gentiles y Suma teológica.
Su obra y su legado, que se ha denominado tomismo, es esencialmente aristotélico aunque aparecen también muchos elementos agustinianos y, por tanto, platónicos. En ella están presentes casi todas las principales preocupaciones del pensamiento filosófico y teológico medieval:
La relación entre razón y fe
La postura de Tomás de Aquino es un intento de encontrar una conciliación entre ambas. En primer lugar, establece una clara distinción entre ellas: la razón solo puede conocer de abajo arriba a partir de los datos de los sentidos; en cambio, la fe conoce de arriba abajo, a partir de la revelación divina. A continuación establece la idea de no contradicción entre fe y razón: las verdades racionales y las verdades de fe no pueden estar en contradicción pues la verdad es una sola. No obstante, distingue dos tipos de verdades: las naturales o racionales, que son proporcionadas por la razón humana, y las sobrenaturales, que son reveladas por la fe. Santo Tomas cree que hay ciertas verdades que sobrepasan la capacidad de la razón humana y que solo se alcanzan mediante la fe, como es, por ejemplo, que Dios es uno y trino. Pero hay otras que sí pueden ser alcanzadas por la razón natural, como es la existencia de Dios. Dios ha revelado algunas de esas verdades que la razón puede conocer por sí sola. Estas verdades son llamadas preámbulos de la fe, que sólo pueden ser conocidas por unos pocos hombres, y no sin errores y dudas, para distinguirlas de los artículos de la fe, aquéllos que no son cognoscibles por la razón natural.
También distingue un doble orden de conocimiento, el filosófico y el teológico que difieren por sus objetos: lo alcanzable por la razón natural y los misterios escondidos de Dios, respectivamente. La coincidencia entre la fe y la ciencia, la teología y la filosofía, está en la certeza. La distinción y la primacía de la fe sobre la razón no implica un conflicto entre ambas, porque hay una única verdad. La fe está por encima de la razón y, sin embargo, no es posible una verdadera disensión entre ellas. Admitirla supondría atentar contra la unidad de la verdad. Por tanto, santo Tomás, a diferencia del averroísmo, establecía una relación armónica entre razón y fe, adaptando así el aristotelismo al pensamiento cristiano. La filosofía y la teología deben colaborar en su común búsqueda de la verdad, aunque por caminos distintos. Por tanto, para él, no era posible la absoluta independencia de la teología y la filosofía que se postulaba en el averroísmo.
La existencia de Dios
Para santo Tomás, por tanto, la existencia de Dios no es un artículo de fe sino un preámbulo de la fe que se puede demostrar mediante el empleo de la razón. Así, demuestra la existencia de Dios a partir de la existencia real de cosas cuya propia existencia solo se explica como efecto de una única causa. Se trata de una demostración a posteriori, es decir, lo anterior se explica por lo posterior, la causa se explica por sus efectos. Formuló, de este modo, cinco vías para demostrar la existencia de Dios a partir del principio de que todo lo que sucede tiene una causa. Se trata del principio aristotélico de causalidad: todo lo que se mueve es movido por otro pero tiene que haber una primera causa que no es causada: Dios. Las cinco vías que utilizó santo Tomás para explicar la existencia de Dios son las siguientes:
- Desde el movimiento del mundo, hasta el motor inmóvil, es decir, el movimiento del mundo exige un primer motor.
- Desde las causas subordinadas a su vez causadas, hasta la causa primera incausada, es decir, la causalidad en el mundo exige una causa primera.
- Desde la contingencia del mundo hasta el ser necesario, es decir, la contingencia de los seres exige un ser necesario.
- Desde los grados de perfección de las criaturas, hasta el ser infinitamente perfecto. Toma ahora elementos platónicos y neoplatónicos como los principios de los grados del ser y la perfección. Según éste último, Dios es el modelo supremo al que imitan imperfectamente las criaturas. Así, si Dios es la perfección misma, las criaturas participan e imitan esa perfección.
- Desde el orden del mundo en el que todas las criaturas actúan por un fin, hasta la inteligencia suprema ordenadora.
Esencia y existencia
Sin embargo, Tomás de Aquino no acepta el aristotelismo en su integridad. Así, maneja también conceptos ajenos a él como es la distinción esencia-existencia. Según santo Tomás la esencia sería aquello por lo que algo es lo que es, independientemente del hecho de que exista o no. La esencia puede existir o no existir, es mera posibilidad de existencia. Por tanto, las esencias son contingentes, por lo tanto, pueden o no suceder, no son necesarias. Si las esencias no coinciden con su existencia, no existen necesariamente: han debido recibir la existencia de Dios, el cual es libre para crear o no crear.
Concepción del hombre
Santo Tomás adopta la concepción aristotélica del hombre pero introduce importantes modificaciones para adaptarla al cristianismo. Frente al dualismo platónico, en que se inspira la corriente agustiniana, afirma que el hombre es una sola substancia compuesta de cuerpo y alma.
El conocimiento
La doctrina tomista del conocimiento parte también del modelo aristotélico: cree que hay un entendimiento agente, encargado de elaborar conceptos universales o ideas a partir de la imagen que proporcionan los sentidos, y un entendimiento paciente encargado de retener los conceptos que le proporciona el agente. Pero, a diferencia de los que pensaban Siger de Brabante y otros averroístas, Tomás de Aquino no considera que estos entendimientos sean eternos, únicos y comunes a todos los hombres y que, por tanto existan separados del individuo. Para santo Tomás el hombre individual es quien realiza la actividad abstractiva y quien conoce porque, de otra manera, la individualidad del hombre quedaría reducida puramente a lo corpóreo, negándose así, la inmortalidad personal de su alma.
Oración de Sto Thomás de Aquino para antes del estudio
Oh inefable Creador nuestro, altísimo principio y fuente verdadera de luz y sabiduría,
dígnate infundir el rayo de tu claridad sobre las tinieblas de mi inteligencia,
removiendo la doble oscuridad con la que nací: la del pecado y la ignorancia!
¡Tu, que haces elocuentes las lenguas de los pequeños, instruye la mía, e infunde en mis labios la gracia de tu bendición!
Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facilidad para atender,
sutileza para interpretar
y gracia abundante para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar
¡Oh Señor! Dios y hombre verdadero, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
Fuentes: arteguias.com | dominicos.org
Imagen: copvs.blogspot.com
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Ciertamente, santo Tomás da un giro al pensamiento donde el pensamiento griego pone el cosmos Santo Tomas pone al hombre y donde el pensamiento griego pone al hombre, Santo Tomás pone a Dios. Dios y hombre forman una misma realidad para el Santo y no se pueden separar.
Muchas gracias hermano Jose Antonio por su apunte tan valioso.Le saludo invocando el Santo Nombre.